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Puerta del Puente

Descubre la historia de la emblemática Puerta del Puente Romano en Córdoba. Reconocida como Patrimonio de la Humanidad, esta puerta ha sido testigo de reconstrucciones a lo largo de dos milenios. Conoce sus diferentes nombres y su vínculo con deidades romanas. Admira su arquitectura renacentista y aprende sobre su significado cultural.

La Puerta del Puente Romano es uno de los monumentos más representativos de la ciudad de Córdoba. Tras dos milenios de existencia ha sufrido diversas reconstrucciones, pero sigue siendo una de las imágenes más conocidas del centro histórico reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad y una de las puertas monumentales que perviven de las numerosas que abrían las murallas históricas de Córdoba. Aún es llamada erróneamente “el Arco del Triunfo” (por su aspecto aislado y su situación delante de la Plaza del Triunfo y su Triunfo de San Rafael junto a la Mezquita-Catedral, una plaza que existe desde época romana), pues nunca celebró ningún triunfo, y el paso de “Puerta del Triunfo” a “Arco del Triunfo” parece sencillo para transformarse en un error popularmente común.

Tras la reconstrucción, monumentalización y expansión de la Corduba romana hacia el Puente Romano, esta puerta monumental protegió y abrió el nuevo recinto amurallado del siglo I d.C en el transcurso de la Vía Augusta por la propia ciudad, poniéndola en comunicación directa con su desaparecido puerto fluvial y la fértil Campiña. Pero la puerta original romana tuvo una fisonomía muy diferente a la reconstrucción renacentista que vemos hoy. Constaba de tres arcos de acceso: el central más destacado coincidiendo con el ancho del puente; el arco lateral situado aguas abajo, comunicaba el citado puerto fluvial de Córdoba –instalaciones desaparecidas que fueron fundamentales para la economía de la ciudad romana y medieval- con el interior, siendo tránsito constante de las mercancías controladas en la plaza; el arco aguas arriba comunicaba a través de unas escaleras con el cauce del río, tal vez con algún embarcadero menor, dado que el puente siempre fue el último punto navegable por barcos de calado importante del Río Guadalquivir.

Puertas y murallas de Córdoba

En época andalusí ya era conocida como Puerta del Puente –Bab al Qantara– pero también como Puerta de Algeciras –Bab al Yazirat-, Puerta del Río –Bab al Wadi– y muy especialmente por su significado, Puerta de la Imagen (o estatua) –Bab al Sura-. Llama la atención este nombre una vez conocemos que, a través de una alusión del cronista del siglo XIII Ibn Idari, la puerta estaba coronada desde época romana por una estatua femenina relacionada con la estrella Spica, o la Espiga de la constelación Virgo, sin duda la deidad Ceres –diosa romana de la fertilidad y de los cultivos, en especial el cereal-. No es casualidad que esta estatua se situara aquí, frente a la fértil e inmensa Campiña bética y encarada al Sur, en cuyo cielo reina la estrella Spica durante las noches de primavera y verano. Ceres era así la diosa protectora de Corduba.

Según Susana Calvo Capilla, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid, era común en la Antigüedad y a comienzos de la Edad Media utilizar esculturas de deidades clásicas como entidades protectoras de las ciudades, lo cual también sucedía en Astigi –Écija- o en la ciudad califal de Madinat al-Zahra, donde Abderramán III hace proteger la nueva ciudad colocando en su Bab al Sura una escultura romana de VenusZuhara, conocida también por ser la protectora -nada menos- que de Al-Ándalus. La autora citada destaca que la pervivencia de estos símbolos y deidades durante la Edad Media se debe en gran medida a su asociación con astros y constelaciones, dado el gran desarrollo de la astrología, astronomía y ciencia en general en Al-Ándalus y a la admiración que provocaban estas esculturas clásicas entre los andalusíes.En la imagen que el pintor Anton van den Wyngaerde realiza en 1567 aun puede verse lo que quedaba de aquella puerta original, totalmente reconstruida pocas décadas después para conmemorar la visita a la ciudad de Felipe II, quien por entonces centraba no pocos esfuerzos en sus Caballerizas Reales. Tras un primer planteamiento realizado por el arquitecto Francisco de Montalbán, su proyecto es rechazado por el Concejo de la Ciudad que encarga -no sin dificultades económicas que supusieron incluso un largo parón- la obra final a Hernán Ruiz III en 1576. De estilo renacentista, cuenta con un solo vano adintelado flanqueado por pares de columnas toscanas estriadas, sobre un potente basamento. Arriba destaca el frontón central semicircular, decorado con los relieves de dos infantes con el escudo de armas de la corona española, sobre un entablamento clásico que rodea los volúmenes arquitectónicos. Bajo éste, en el cuerpo central, vemos una cartela dedicada al citado monarca. Hemos de recordar que la parte original de esta obra es sólo el frente exterior y que la puerta quedó finalmente inconclusa, al no terminarse el tallado de las columnas.

El monumento que hoy vemos se debe mayormente a la reforma llevada a cabo por el Ayuntamiento de Córdoba hacia 1928. Previamente se habían derribado varias casas adosadas a su interior e incluso restos de la muralla adyacente a la propia puerta. Se copió el modelo original exterior al interior, quedando completamente aislada además, al elevarse el nivel circundante por las obras de defensa de la ciudad contemporánea frente al río. Es ya a partir del año 2005 cuando una remodelación completa del entorno, dirigida por el arquitecto Juan Cuenca, recupera el nivel de la puerta en su conexión con el Puente Romano, la plaza a sus espaldas e incluso restos de la muralla conservados.

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