Amedina

Puertas y murallas de Córdoba

Tanta historia contenida acaba por destruir las murallas de Córdoba. Aquella que durante siglos protegió la ciudad, en el siglo XIX deja de tener utilidad. Los propios cordobeses que gozaron de su protección, serán quienes las derriben.

Puertas y murallas de Córdoba

Tanta historia contenida acaba por destruir las murallas de Córdoba. Aquella que durante siglos protegió la ciudad, en el siglo XIX deja de tener utilidad. Los propios cordobeses que gozaron de su protección, serán quienes las derriben. Por bando municipal en 1858 se permite derribar algunas puertas y  murallas de Córdoba en aras de la evolución cosmopolita. No fueron pocos defensores del patrimonio, que manifestaron su decepción ante tal destrucción de lo que era parte de nuestra historia. Y así se perdieron algunos tesoros, como la hermosa Puerta de Baeza que nos hubiera quedado en el extremo occidental de la Ribera.

La Muralla Romana

Pero hay huellas que el tiempo no ha borrado, que nos dejan ver el camino que la ciudad de Córdoba ha recorrido, desde su nacimiento a partir de un campamento militar. Al principio, en tiempos de república romana, una muralla de 2650mtrs protegía el pomerium de 46 Has, en un recinto casi cuadrado, con una puerta en cada lado, en direcciones cardinales.  Dichas puertas serían: al Norte, hoy llamada Puerta de Osario, al  sur, desaparecida, a la altura de la Calle Blanco Belmonte, al Este Puerta Gallegos, y al Oeste la Puerta de Roma, al inicio de la calle Alfonso XIII.  Materialmente la muralla se construye con grandes sillares de arenisca, con aparejo de opus quadratum, en hiladas alternas a soga y tizón.

Posteriormente, y tras la destrucción de buena parte de la ciudad republicana por Julio César, la ciudad crece buscando el río, deshaciéndose de su muro sur. Ese previo muro sur quedará enterrado en la ciudad, con difícil acceso para su estudio, bajo construcciones recientes, que en raras ocasiones permiten su acceso ó recuperación.

Tras un primer fracaso en el enclave de la Calahorra, y un éxito en la batalla de Munda, Julio cesar finalmente toma la ciudad, que en el marco de las guerras civiles romanas forma parte del bando perdedor, el de los hijos de Pompeyo. Cuando Julio Cesar entra en  Corduba, 22.000 cordobeses lo pagan con su vida, y la ciudad queda en parte destruida.

Sobre las cenizas de esa antigua capital, emerge una nueva, mucho más monumental sobre la que se implanta uno de los argumentos más fuertes del imperio romano. El concepto de ciudad. Con un modelo y patrones establecidos con la capital del imperio, Corduba se dota con mejores infraestructuras y edificios. Durante la época republicana más bien asemejaba una consolidación de aquel original campamento. Una ciudad donde predominaba el barro, la piedra, y la madera, deja paso a otra de pudinga, mármol y piedra, en la que empiezan a prosperar edificios más monumentales para el culto y el entretenimiento. Corduba es capital de la Provincia  Baetica,  y en ella se construyen nuevos foros, circos, teatro y Templo.

En el concepto de ciudad romana, las murallas van más allá de un concepto defensivo. Son materialización del pomerium, límite sagrado que ordena la vida en muchos aspectos. Sólo dentro de sus márgenes tienen potestad muchas normas o creencias, y sólo fuera de ellos encontraremos enterramientos, separando así el mundo de los vivos, y de los muertos, de lo terrenal, y lo divino.

La original muralla que cerca el norte de la ciudad, con hasta 9 metros de espesor,  torres y fosos, sería de mayor envergadura que la posterior. Extendiéndose hacía el sur, hasta el río, el tamaño de la ciudad es mucho mayor, casi se duplica. Y cuenta ahora con un pomerium de 78 Ha, perfectamente cerrado, con siete accesos. Aún quedan puertas en tres de esos accesos romanos. Pero la evolución de la ciudad ha ido enterrando los vestigios del resto, al mismo tiempo que fue abriendo nuevas entradas, no solo al recinto de la antigua ciudad romana, sino de la posterior musulmana.

Así pues de las cuatro puertas cardinales de la ciudad original, se pasaron a tener siete tras la ampliación hasta el rio del recinto amurallado, y Córdoba adquiere un orden que aún en día mantiene.

La ciudad mira hacia el Sur, encarada al Guadalquivir que le da la vida. Río que riega sus cultivos y da de beber a su ganadería, que se extienden por la fértil vega. Por él llegan y se van los minerales de Sierra Morena. Y todo pasa por el puerto que hubiera frente al Alcázar , y junto al Puente Romano, que sirve de límite navegable del río. Solo embarcaciones de poco porte seguirían río arriba más allá del puerto.

Murallas de Córdoba. Puertas de la Medina

Es obvio que aquí surja el acceso principal de la ciudad. La Puerta del puente durante siglos albergó el control de acceso a la ciudad. La hermosa puerta que vemos hoy es del siglo XVI, obra de Hernán Ruiz III. Del acceso romano solo podemos decir que se conserva su sinergia con el puente, y el lugar donde la encontramos. Quedan restos del lienzo de muralla, exentos de la puerta, pues el monumento que hoy vemos es resultado de la reforma llevada a cabo por el ayuntamiento en1928. Previamente se eliminaron casas adosadas en su interior y el resto de muralla que hoy echamos en falta.

Si continuamos hacia el lado occidental, la muralla nos llevaría hasta el Alcázar de los reyes cristianos, donde en época romana encontraríamos un también amurallado recinto destinado a la protección del Pretor y Cuestor, y en el Medievo, el alcázar musulmán. Este edificio ocupa el sector suroccidental de la ciudad y  presenta  un complicado entramado de lienzos de muralla torres y puertas de distintas épocas como resultado de las múltiples transformaciones que ha sufrido el enclave.

Pero de todas ellas, una sigue teniendo una relevancia actual, pues sigue en pie y constituye aún uno de los accesos al conocido barrio de San Basilio, o Alcázar Viejo, la Puerta de Sevilla.

Muy próxima a esta queda otra bastante desconocida, que originalmente hubiésemos encontrado en el muro sur del Alcázar, frente al río, y junto a la esquina suroccidental. La puerta de los Sacos, que daba entrada a la harina procedente de los molinos al Alcázar, se traslada cerca, pero en el lado occidental de la muralla .Queda así expuesta a los radicales cambios que la ciudad sufre con la construcción de la Nacional IV, y sepultada bajo el paseo que hoy discurre por encima del Arroyo del Moro. Los únicos restos que podemos apreciar hoy de tal puerta antigua, los encontramos en el arco que forma un puente bajo el que discurre el arroyo.

Hoy se denomina Puerta de los Sacos a la que queda recuperada en 1968, con la intervención de José Rebollo. Un pequeño puente que cruza el débil arroyo del Moro, enfrenta una puerta de madera bajo un arco apuntado cuyas dovelas revelan la poca antigüedad. Queda la puerta coronada por almenas que se extienden por toda la muralla.

Puerta de los Sacos
Puerta de los Sacos

Hoy esa puerta entra en La huerta del Alcázar, una zona muy interesante pero infravalorada, que apenas se usa cuando se celebra algún encuentro o exposición ecuestre, normalmente de la mano de Córdoba Ecuestre o de la feria Cabalcor. A veces puede verse a la sección montada de la policía haciendo uso de ella, normalmente las fechas en que algún ejercicio  o demostración, ya que tienen aquí sus establos.

El arrabal o barrio de Isbiliyya, ocupaba todo este sector  suroccidental extramuros de la ciudad, de unas 7 u 8 hectáreas, en las que encontráramos en época califal el Zoco grande. Tras la toma cristiana pasa a ser el corral de los ballesteros.

La puerta que hoy vemos es resultado de la creación del barrio de San Basilio, para lo cual se hizo necesaria  la extensión del recinto amurallado hacia el oeste. De tal forma se pierde la Puerta de Sevilla original, que debió de estar situada más cerca del Alcázar. Quizás a la altura donde hoy encontramos el arco junto a las caballerizas reales, que dan acceso al barrio de san Basilio por su lado oriental. También conocida por Puerta de Drogueros, era  la salida natural hacia la capital hispalense.

La puerta sencilla de único vano coronada con un escudo de Córdoba en piedra, fue reedificada por José Rebollo en 1958 sobre el lienzo de protección  del siglo XIV, que aún conserva dos torres , una de ellas  exenta, pero unida por dos arcos a la muralla.  A estas torres  que bien pudieron ser usadas como defensa, también se le atribuye el uso de acueducto.  A  sus pies  la escultura Ibn Hazm, de Amadeo Ruiz Olmos, recuerda a otro de los grandes personajes de Córdoba. El filosofo, teólogo, historiador y poeta, se presenta en pié sosteniendo en su mano uno de sus más valiosos escritos. El collar de la paloma.

Puerta de Sevilla

Siguiendo la gran avenida del flamenco, otrora Conde Vallellano, que actualmente marca un eje fundamental en la ciudad donde antiguamente encontráramos la muralla, percibimos que la ciudad sigue “sostenida” en el esqueleto de la ciudad romana, y  alcanzamos la hermosa  Puerta de Almodóvar.

Puerta de Almodóvar

El enclave ajardinado, el hermoso paseo de la calle Kairuán, y la última remodelación de esta puerta se realizaron en la década de los 60´S, bajo la alcaldía de Antonio Guzmán Reina, y proyectada por el arquitecto José Rebollo. Todo el lienzo de las murallas de Córdoba que vemos aquí, en dirección al río, se acompaña de una sucesión de estanques que canalizan el cauce del arroyo  del Moro, o de la Arruzafa.  Este lugar que fuera cementerio de la Judería en las llamadas Huertas del Rey, recibe su nombre por el hermanamiento con la ciudad tunecina desde 1968. Nos conduce a la Puerta de la Luna, que con una agradable plaza nos invita a hacer una breve parada antes de sumergirnos de lleno en el laberinto de la Judería.

Esta es la puerta más reciente, pues también es resultado de la intervención de José Rebollo en los 60´s. Atravesando con un pasadizo el  antiguo palacio del obispo Salizanes, del Siglo XVII, a su vez construido sobre antiguas casas judías, conecta a una coqueta plaza que hizo perder el carácter de azucaque que tenía la calle de la Luna. En la placita de enchinado cordobés, una pequeña fuente en la pared representa al dios Pan. El escultor García Rueda tuvo  a su hijo como modelo, en la que la  deidad que se representa como un niño tocando la flauta.

La Puerta Gallegos,(Bab al-Amir), nos adentra hacía la calle concepción desde los jardines de la Victoria. No quedan vestigios visibles de esa puerta, tan sólo de los dos mausoleos romanos que se ubicaban junto al acceso Este. La cercanía al recinto amurallado, pero siempre fuera del pomeriun, y la monumentalidad de las sepulturas nos indican la importancia de quién aquí fuera enterrado.

Puera de Gallegos
Puera de Gallegos

El nombre de la puerta, según cuenta la leyenda, se debe a que las legiones de soldados gallegos entraron por aquí a la ciudad, en la conquista de Córdoba por Fernando III.

Conectaba esta entrada con el eje vertebrador de la capital romana, decumano, hasta el foro original, y el posterior reconstruido sobre las ruinas que dejó Julio Cesar. Así pues, ésta sería una de las entradas más antiguas que tuvo Córdoba, así como la Puerta Osario, o puerta de los judíos, (Bab al-Yahud).

Puerta de Osario

Ambas han sufrido la misma suerte, pues ninguna de ellas podemos encontrar hoy. Fueron igualmente accesos principales de la ciudad romana, mantenidos durante la dominación musulmana. La de Osario, también llamada de judíos, e incluso del león (Bab Luyun),  encara la ciudad desde el Norte, para continuar atravesando la ciudad romana por su cardo. Ya en mal estado, se derriba definitivamente en el año 1905, tras la eliminación un siglo antes del trazo de muralla que desde Puerta Osario llegaba al convento de Capuchinos.

Los cambios realizados por los ermitaños que moraban en la hospedería aquí ubicada, modificaron su aspecto original. Al rebajarle el arco, le privan de la elegancia que tuvo en siglos anteriores. La zona tuvo  un pasado como cementerio musulmán, que deja gran cantidad de huesos a los que esta puerta debe su nombre.

Apenas trescientos metros la separan de otra puerta perdida, la Puerta del Rincón, pero que nos deja la torre  de planta octogonal y dos cuerpos que hoy encontramos al final de la calle de mismo nombre. La torre que intuimos de época cristiana, sin poder fechar con exactitud, pero que probablemente se construye sobre los restos de la anterior, viene a paliar el desnivel entre el primer recinto amurallado y la axerquía.

murallas de Córdoba
Torre de la Puerta del Rincón

Tras una intervención arqueológica urgente llevada a cabo en el año 2002, hoy la encontramos adornada con una reciente escultura, compañera de otra que encontramos en el barrio de San Basilio, que viene a homenajear a los cuidadores de los patios. La puerta del Rincón es llamada así por encontrarse entre los dos lienzos de muralla, Norte y Este, que aquí confluyen formando un ángulo.  Posteriormente la nueva muralla Almohade parte desde este punto, para terminar amurallando el arrabal de la Axerquía. Derribada en 1858, era una de las más transitadas por tener fielato. Se decidió suprimir para trasladarla algo más arriba. Pero eso nunca sucedió, y lo único que nos queda es la torre.

murallas de Córdoba
Cuesta del Bailío

Continuando el trazado de la muralla romana, recorremos la calle Alfaros. Imposible no deleitarse con la hermosa estampa de la cuesta del Bailio. Una subida de 32 escalones en hermoso enchinado cordobés nos permite apreciar el desnivel existente entre la medina y la axerquía. Si bien el nombre actual deriva de uno de los más insignes miembros de la familia Fernández de Córdoba, cuyo palacio de fachada herreriana, obra de Hernan Ruiz, podemos ver en la parte alta, el lugar siempre fue una vía de comunicación entre ambos recintos. Y un arco daba acceso. La cercana plaza de Fuenseca es llamada así por la fuente que alberga. En 1711 se derriba el arco y dicha fuente fue trasladada al centro de la citada plaza, para posteriormente en 1808 ubicarla donde la vemos hoy. No es una fuente de poco agua, a pesar del nombre. Pero sí lo fue cuando originalmente se ubicó junto al portillo que aquí había, dándole nombre también a este. Portillo de la Fuenseca.

Algunas referencias la nominan puerta de Corvache, pero ese nombre también se ha usado para referir otro arco cercano y más conocido como Portillo, ya en el trazado de la calle San Fernando.

Entre estas dos puertas hubo otra magnífica, pues conectada con la via Augusta que hoy ubicamos fosilizada en la calle San Pablo. La Puerta de Roma daba entrada a la ciudad romana por el enclave más monumental de la época, acogiendo al visitante en su llegada a la capital bética rodeado del foro imperial. Encontraríamos esta puerta al inicio de la calle Alfonso XIII.

El original lienzo oriental de la muralla romana, dividirá las dos zonas amuralladas de la ciudad, y por eso se abrirán distintos arcos en él, que permitan el tránsito entre la ciudad alta (Medina) y la ciudad baja (Axerquía). Aún perdura el anteriormente referido como Portillo, que algunos nominan de Corvache, y que Ramírez Arellano nos recuerda que también se la refería como Portillo de los mercaderes.

Arco del Portillo
Arco del Portillo

Durante siglos se llamó este sitio Portillo de los Mercaderes, porque aquellas pequeñas casas fueron dedicadas a tiendas de diferentes clases. Después, hasta nuestros días, se establecieron en ellas ciertas mujeres de mala vida que le dieron una triste y poco decente celebridad, lo que a fuerza de trabajo se ha ido desterrando.

Un arco de herradura casi sin decoración, y ya desgastado, abierto en el siglo XIV sobre el muro de sillería. Se reformó en 1703, dándole mayor apertura. A día de hoy se encuentra bastante necesitado de cuidados.

Ya casi llegando al río la puerta de pescadería, nos recuerda el gremio que ocupaba el lugar. Encontramos hoy en día en su lugar, el cruce de tres calles junto a  la cruz del rastro. San Fernando, Lucano, y Cardenal González confluyen en un lugar de mucho trasiego a día de hoy. Pero que también tuvo en el pasado, pues el ambiente de la zona era el propio de una zona portuaria, donde abundaban tabernas, y prostíbulos.

La Axerquía

A principios del siglo XII, el avance cristiano desde el norte es obvio, y la descomposición reciente  del califato trae consecuencias. El arrabal extramuros está completamente desprotegido. Se comienza la construcción de una nueva muralla que termina de rodear la ciudad. Una vez completada alcanza los 7km. Y con las muralla de Córdoba  van sus puertas. Son ocho las que se construyen en la nueva muralla. Además de la anteriormente citada Puerta del Rincón, y de las que conectan la ciudad Alta y la Baja, debemos enumerar al menos otras siete.

La Puerta de Martos, junto al molino, debió de ser muy utilizada, siendo  además la fachada sur la más cerrada a la ciudad por su cercanía al río, evitando así problemas que acarrearan las crecidas de agua. No fueron las arremetidas del río las que condenaran esta puerta de origen musulmán por la que entraron las milicias del consejo de Martos, si no las del devastador terremoto de Lisboa de 1755 que la dejó en ruinas.

No lejos quedaba una de las que hubiese sido de las más bonitas. La Puerta de Baeza accedía por el Oeste a la ciudad. Construida con la muralla almohade recibió el nombre de Puerta de Abbas. Descrita en ocasiones como romántica, las dos torres circulares rematadas por un arco semicircular coronado con almenas, hacían de entrada al final de un camino que entre dos suaves colinas llegaba a Córdoba.

Dos siglos antes de su irrespetuoso derribo, el artista florentino Piere Maria Baldi, acompañó a Cosme de Medici en un viaje por España Portugal Francia Bélgica y Holanda, del que el artista volvió con una hermosa colección de dibujos inspirados en los lugares que visitó. Uno de esos dibujos es la única imagen de la puerta de Baeza de la que disponemos, y al verlo comprendemos que sea descrita como hermosa y romántica

Córdoba de Baldi
Córdoba de Baldi

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La Puerta Nueva que nombramos aún hoy frente a la facultad de derecho, donde encontramos un pequeño monumento que lo recuerda, es la única de la que disponemos de alguna imagen real toda la muralla almohade. En 1518 se derriba una casa junto a la muralla, creando un portillo que permite mejor acceso a los vecinos de la Magdalena. La obra pasa desapercibida pues la construcción del crucero catedralicio acapara la atención del momento. Aún así, no será hasta 1570 con la llegada de Felipe II, que se vuelva a construir una “nueva puerta” sobre la anterior, y que acaba por darle nombre.

Murallas de Córdoba
Puerta Nueva

La imagen que tenemos de ella no es el aspecto original, si no el obtenido tras las  intervenciones de las que fue objeto en el siglo XVIII, y que eliminaron una pequeña capilla que tenía en la parte superior. También denominada en ocasiones como Puerta de Alcolea, en un principio pareció librarse de los destrozos permitidos tras el bando municipal de 1858, pero finalmente también fue derribada en 1895.

Una fuente octogonal con un pequeño pilar en su centro, a la entrada de la plaza de la Magdalena, nos recuerda donde estaba la Puerta de Andújar. Ésta puerta se componía de un arco y dos torres, de las cuales una era llamada de los Donceles. Así la puerta que se abría al campo hacia el camino de Andújar.

Posteriormente también fue conocida con el nombre de la torre, lugar de reclusión de la nobleza cordobesa, que había sido edificada sobre una anterior defensiva de la muralla árabe. Una de las torres cayó en el siglo XVI, y la puerta se cegó a principios del XIX, para ser derribada como otras en 1858

Fuente en la antigua Puerta de Andújar
Fuente en la antigua Puerta de Andújar

Hoy es conocida como plaza del Alpargate, o de los padres de Gracia, el lugar donde estuvo la Puerta de Plasencia. Ese fue su nombre cristiano tras la conquista de Córdoba por Fernando III, cuyas huestes entraron por esta puerta a la ciudad. Fueron los soldados de esta localidad los que acabaron por darle nombre a la que antes fue conocida como Bab de al-Farach o de Bab ´Abbas, según otros historiadores. Fue una de las puertas principales tras la conquista cristiana. La puerta se pierde en 1879, como consecuencia de estar abierta a una zona en la que en aquel momento quedaba baldía.

Hoy la avenida de las Ollerías, es una de las mayores avenidas de la ciudad moderna, y coincide con el trazado norte de la muralla almohade. Encontraríamos dos puertas en este sector. Hoy se recuerdan sus nombres, Puerta de Misericordia, y Puerta Colodro.

La primera hace referencia al convento que ocupó el margen noreste de la ciudad, cuya construcción y reformas acabaron con la puerta original. La anteriormente llamada puerta de Alquerque, se encontraba en un rincón creado por un giro en que la muralla unía dos lienzos dispuestos a distinta orientación.  Así quedaba semi-escondida, ganándose el nombre que tuvo ya en época cristiana, la puerta Excusada, y/o de Misericordia.  Era el acceso que a menudo se usaba para que el ganado entrara en la ciudad. Hoy la calle muro de la Misericordia aún mantiene un lienzo de muralla, que apreciamos discurre paralelo, pero a cierta distancia de la avenida.

La segunda, la Puerta de Colodro, fue descubierta en 2009 durante labores de recuperación de la plaza en la que se encuentra. Salió a la luz parte de la muralla almohade, construida en sillería alternando sillares más largos con otros de menor longitud, que permiten ver el trazado que llevaba y que fue reforzado posteriormente. Se encuentran a su vez restos evidentes del pórtico, como sus cimientos, quicialeras y mochetas. Finalmente dicha intervención recupera y pone en valor estos hallazgos, que hoy podemos encontrar cerca de la plaza de las lagunillas. También se sigue manteniendo el nombre de la puerta para el lugar donde estuvo.

La leyenda que da nombre a la puerta nos la recuerda Ramírez de Arellano en su libro Paseos por Córdoba:

Su nombre lo debe a que entró por aquel sitio, escalando la muralla y sorprendiendo a los centinelas, a quienes tiró al campo para que sus amigos lo acabasen de matar, un almogávar que sabia el árabe, llamado Alvar Colodro, natural de Cobeña, pueblo del arzobispado de Toledo, cerca de Alcalá de Henares, donde tiene algunos descendientes. Lo acompañó Benito de Baños que, tan bravo como él, hicieron prodigios de valor en aquella noche, que fue una muy tenebrosa del mes de enero de 1236.

No quedan más puertas en el trazado de las muralla que desde Colodro llegara de nuevo hasta Puerta del Rincón, pero sí una de las torres más importantes de las murallas de Córdoba. Ubicada en el punto donde la muralla une dos lienzos formando esquina. Se encuentra la torre albarrana exenta de la muralla, permitiendo la defensa de ambos tramos de muralla, así como la de la Puerta de Colodro y el Rincón. La torre de la Malmuerta es una torre de 1404, pero construida sobre la anterior almohade que controlaba este sector, el más septentrional de la ciudad. Tal nombre para la torre no puede ir si no asociado a una leyenda, en la que un noble da mala muerte a su amada infiel. Esta historia es narrada con distintas versiones, pero con mismo desenlace.

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