Plaza de la Corredera
En una ciudad con especial encanto por sus plazas, la mayor de todas, es además la que más historia contiene. La plaza de la Corredera es, desde el primer asentamiento romano como campamento militar junto al río Betis, hasta hoy, un lugar de especial trascendencia para la ciudad de Córdoba.
No encontramos ninguna plaza así en toda Andalucía. Tampoco encontramos en la ciudad ninguna otra calle o plaza “asoportalada”, costumbre más propia de ciudades del norte. Aquí sin embargo, nos refugian más del sol, que de la lluvia. Son frecuentes los conciertos y eventos municipales en la Corredera. Escenario para las mayores celebraciones, militares, religiosas o populares, y las peores barbaries, ajusticiamientos e incluso ejecuciones durante la invasión francesa. Ya en época romana, edificios de espectáculos públicos como el circo, ubicados fuera de la muralla, se situaban cerca de este enclave.
El nombre de Corredera a menudo hace pensar que las corridas de toros que se celebraron en la plaza dieron nombre al lugar. No menos cierto que muchos otros festejos y celebraciones tenían lugar en esta gran explanada, como las correderas de caballos. Desde aquí hasta la plaza del potro, era frecuente la venta y actividades con caballos y toda suerte de equinos.
Durante la edad media en esta llanura extramuros entre la Medina y la Axerquía, prosperaron las transacciones comerciales. La plaza que hoy en día frecuentemente encontramos llena de terrazas, pues es un lugar predilecto para la vida social cordobesa, ha sido uno de los lugares más cambiantes de la ciudad. Las balconadas de rojo almagra, en tres niveles, con arcos de medio punto como lo son los que sustentan las galerías porticadas, llevan dándole ese aspecto de plaza castellana desde que el salmantino Antonio Ramos Valdés en 1683 diseñara una gran plaza rectangular, siendo corregidor Francisco Ronquillo Briceño.
Se respetaron dos edificios. La casa del corregidor y la aún conocida como casa de Doña Jacinta. Central, entre los edificios que dan forma a la plaza, el Mercado Sánchez Peña, y a la derecha las Casas de Doña Ana Jacinta. Difieren en su fachada con el equilibrio con el resto de arcadas. El actual mercado de Sánchez Peña fue sede consistorial y cárcel. Construido un siglo antes, en 1583, será respetado por su valor histórico-artístico.
Desde su balconada se presidían los festejos de la plaza, pero en sus sótanos se encontraba el presidio. Esta fue trasladada al Alcázar de los Reyes Católicos en 1821. Pocos años después en 1846, José Sánchez Peña, inicia una moderna industria y fabrica de sombreros. La parte superior alberga hoy un Centro Cultural. En tiempos de la fábrica alojaba a los trabajadores. En la planta baja encontramos el actual mercado de abastos, que aunque siempre en esta plaza, ha mudado varias veces de ubicación.
Desde 1886 el mercado se alojaba en otro gran edificio, sito en el centro de la plaza y construido por José Sánchez Peña. Pero el edificio de la fábrica, desde su cierre, es arrendado por varios comercios y funciona también como mercado desde 1887.
Actualmente en el Salón de los mosaicos, del Alcázar de los Reyes Católicos, se exponen algunos mosaicos romanos encontrados en este enclave. Pertenecían en su mayoría a lujosas villas romana de la ya Corduba colonia patricia. Aparecen los mosaicos cuando en los años 50, siendo alcalde de la ciudad Antonio Cruz Conde, se hacen los trabajos para la construcción del nuevo mercado subterráneo. No pocos cordobeses han conocido dicho mercado, funcional hasta la década de los 80.
El gran mercado de abastos anterior, con grandes ventanas de reja, fue demolido después de muchos problemas, especialmente higiénicos. Actualmente el colegio de arqueólogos tiene su sede en este subsuelo de la plaza, cuyo acceso podemos ver como un cubo de cristal.
En el lado sureste de la plaza con ventanas en madera, entre pequeñas columnas de piedra, la casa de Doña Jacinta aún nos deja ver una arquitectura urbana del siglo XVI, XVII. Doña Ana Jacinto de Angulo, se opuso a la demolición de su vivienda, para la construcción de la plaza. Se pretendía embellecer el entorno, y mejorarlo en estructura, pues ya se dieron accidentes durante alguna celebración. Se colocaban andamios de madera durante los festejos para que albergaran al público. No todo el mundo podía alquilar los balconcillos de la casa de doña Jacinta, que ofrecían una vista privilegiada de las celebraciones. Y el rey Carlos II mediante real cédula le dio la razón, manteniendo así el edificio. Hoy alberga un centro cultural de la UCO, y la colección de obras ganadoras del Premio Internacional de fotografía Pilar Citoler..
En 2001 se concluye la gran remodelación que se hizo en la plaza, incluyendo la eliminación del sobre-nivel que ocupaba toda la parte central, y que le concede su aspecto actual. Mucho más apropiado para el uso lúdico y urbano de la plaza.
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Texto: Nacho Calero. Amedina Córdoba
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