Amedina

Plaza de Capuchinos

Un vis a vis de cielo y blanco muro. Las paredes encaladas y sobrias que forman la plaza, se cortan rectilíneas con el azul celeste. El suelo, totalmente empedrado, terminan de darle carácter a una plaza singular por su sencillez.  La soledad es sin duda el mejor compañero con quién visitarla, y la noche el mejor momento.

La Plaza de Capuchinos

La plaza de Capuchinos, al llegar de la Cuesta del Bailío, es una recompensa al que pasea por una ciudad que siempre se ha descrito hermosa por sus calles y plazas.  La sinergia  entre ellas,  embellece ambas, y  forja una historia en paralelo. El Cristo de los Faroles la observa desde lugar privilegiado, y toma parte en ella.

Un vis a vis de cielo y blanco muro. Las paredes encaladas y sobrias que forman la plaza, se cortan rectilíneas con el azul celeste. El suelo, totalmente empedrado, terminan de darle carácter a una plaza singular por su sencillez.  La soledad es sin duda el mejor compañero con quién visitarla, y la noche el mejor momento.

Se accede hoy por la Cuesta del Bailío, pero antiguamente se hacía por un portillo. Llamado de Fuenseca, o de Corbacho,  por donde se llegaba a la Plaza, tras superar el desnivel entre la Axerquía, y la Medina. La otra entrada a la plaza, era por la calle Torres Cabrera, donde en el Siglo XIX, encontrábamos  los “Baños de Córdoba”, regentados por el empresario Sánchez Peña. Con estructura para diferentes categorías, ofrecían a cordobeses y foráneos diversas alternativas y servicios en sus instalaciones.  Baños de mármol blanco para usos medicinales, lúdicos, higiénicos, y hasta comunitarios.

Conformada en el Siglo XVIII, con la reforma del Convento de Los frailes capuchinos, la Plaza de Capuchinos  formaba parte del patio del convento. Junto a una de las ventanas próximas al Cristo de los faroles,  una piedra hexagonal  conmemora la colocación del Cristo, en lo que fuera el muro que  lo separaba de los huertos.

Será así que esta orden franciscana preste su nombre a la plaza. Sin embargo la iglesia de los Dolores también lo hizo durante un tiempo, como muestra de la gran devoción a la imagen de 1719, obra de Juan Prieto, que aún congrega en la Plaza de Capuchinos a miles de fieles, el viernes de Dolores. Junto a ella, el antiguo hospital de San Jacinto, para enfermos incurables, termina de dar forma a la plaza.

Las entradas a la Iglesia de Los Dolores y al Hospital de San Jacinto, son sendos portones en piedra y madera que en paralelo rompen el muro blanco. Ambas fachadas tienen cierta simetría. Ataviada con dos faroles y dos ventanas, la puerta del Hospital de San Jacinto, a la derecha es algo mayor. Con piedra azul se conforman los cuatro escalones  y los primeros sillares que enmarcan el portón de madera. En piedra caliza amarilla se continúan las pilastras que sostienen el frontón roto por la hornacina en que se sostiene la imagen San Jacinto.

Hoy una puerta reciente, a la derecha, casi al final de la plaza da acceso a la residencia Nuestra Señora de los Dolores, de gestión privada, y capacidad para 55 personas.  A la izquierda, con  azulejo azul  se recrea la pintura de Julio Romero de Torres, «La Saeta».

La iglesia formaba parte del antiguo Hospital de San Jacinto, construido sobre antiguas casas solariegas del marqués de Almunia. La plaza otrora también fue conocida como de Almunia. El marqués era dueño de los solares donde se construyen en el Siglo XVII el convento del Santo Ángel, inaugurado en 1633 y en el XVIII el hospital de San Jacinto, terminado en 1728.

Con la construcción del convento del  Santo Ángel, de los padres capuchinos, se abre la Plaza de Capuchinos sobre los terrenos del Marqués, siendo patio del complejo franciscano. La tercera exclaustración, la desamortización de Mendizábal,  destruye buena parte del convento, pero conserva el claustro, los huertos, y la Iglesia. Buena parte del material demolido se usa en la construcción de la plaza de toros de Ronda de los Tejares. Y la plaza quedó abierta, permitiendo la mejor conexión entre los barrios de la ciudad, San Miguel,  Campo de la Merced, y San Andrés.

En la década de los 50,  La Plaza de Capuchinos fue  empedrada de nuevo, como otros lugares de Córdoba,  durante el mandato de Antonio Cruz Conde. En sintonía con lugares tan atractivos como la Calle de las Flores, losas de granito contornean el lugar, mientras que cantos rodados cubren toda la plaza.

Tan señero lugar de Córdoba, queda dominado por la presencia del Cristo de Los Faroles. Una losa hexagonal en el muro del convento, conmemora la obra del Cantero Juan Serrano, de 1724. En mármol blanco y negro, una escultura de Jesús crucificado, con cuatro clavos, obra de Alonso González Sandoval, descansa sobre un pilar de piedra azul. Queda todo cerrado por la verja que “apareció” la mañana de 1 de Marzo de 1929…

Si quiere una experiencia de Córdoba única, el equipo de Amedina Córdoba, estará siempre dispuesto. Consulte nuestras visitas guiadas y tours, o si lo prefiere opte por un guía privado. Nos gusta Córdoba. Le gustará a usted.

Texto: Nacho Calero. Amedina Córdoba

Cerca: Cuesta del Bailío, Cristo de Los Faroles, Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, Puertas de Córdoba

Contacto y horario Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores.

Dirección. Plaza de Capuchinos 6.14001 Córdoba

Teléfono         957 47 37 82

Horario           Lun-Sab   9:00-14:00  Sab-Dom   Cerrado

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