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Palacio Maximiano Hercúleo

El gran palacio, acorde a la importancia y poder de las personas que lo habitan, se construye entre los últimos años del Siglo III y los primeros del Siglo IV, en la parte Noroeste, extramuros de la urbe romana. Abierto por una única puerta que da acceso a una plaza militar preámbulo del recinto imperial que se estructura en torno a un criptopórtico semicircular

Palacio Maximiano Hercúleo

El carácter «unicum» del Palacio Maximiano Hercúleo, y lo extenso del complejo, hacen que el consenso sobre la interpretación del yacimiento sea difícil. Aún así, la mayoría de opiniones y hallazgos, invitan a pensar que las ruinas que hoy en día encontramos junto a la estación de tren, forman parte de un complejo imperial construido por Maximiano Hercúleo.

A finales del siglo III, Diocleciano, emperador de Roma, ante la fragilidad del vasto Imperio por la cantidad de fronteras a defender, decide compartir su poder con otros tres generales de su mayor confianza. Nombra Augusto a Maximiano Hercúleo, y Cesares a sus dos herederos Constancio Cloro, y Galerio. Se conforma así la primera Tetrarquía, destinada controlar un Imperio que ya empieza a debilitarse.

Maximiano pasó buena parte de su tiempo como Augusto en campaña. Encabezó la que pretendió paliar los levantamientos de tribus Mauri del Norte de África, y los conflictos de la zona costera bética. Eligió para ésta, y en definitiva, con la intención de controlar el occidente romano, establecerse en un lugar suficientemente alejado de las peligrosas fronteras, como era la capital de la Bética, Corduba. Bien abastecida, y comunicada por la Vía Augusta, la ciudad será dotada con un gran complejo cerrado de 80.000 metros cuadrados. Con 400 metros de longitud y 200 de anchura, dispondrá lo necesario para la comodidad del emperador, y de los oficiales que lo acompañan.

Acorde a la importancia y poder de las personas que lo habitan, el palacio Maximiano Hercúleo, se construye en la parte Noroeste, extramuros de la urbe romana. Se hará entre los últimos años del Siglo III y los primeros del Siglo IV.

palacio maximiano hercúleo

Queda abierto por una única puerta, que da acceso a una plaza militar. Ésta será el preámbulo del recinto imperial, que se estructura en torno a un criptopórtico semicircular de 109 metros de diámetro. Se esconden semi-subterráneas, galerías destinadas a la circulación de esclavos y sirvientes. En el nivel superior, se conectan por una galería semicircular sostenida por columnas, dos edificios gemelos situados en los extremos. Ambos edificios, junto con otros dos de planta basilical, Norte y Sur, estarían destinados a los numerarios ligados al Palacio Maximiano Hercúleo.  Mientras, otro mayor en el eje central, sería el escenario de las recepciones del emperador. El complejo disponía dos salas de banquetes, abierta y cerrada, y termas de uso privado para el emperador, y personal de su mayor confianza.  Un conjunto de apartamentos muy fortificados y alejados del Palatium y del único acceso al complejo, que están destinados al uso exclusivo de Maximiano.

El acueducto Fóntis Aureae, a día de hoy, y tras muchas intervenciones, aún sigue nutriendo de agua al cauce de la calle Cairuán, y los jardines del Alcázar. También abastecía a este complejo, a través de un gran ninfeo. Una monumental fuente que emulaba un manantial de agua, distribuía el agua hacía los diferentes surtidores.

Abandonado el enclave y su uso civil, comienza su uso para el culto cristiano. En el siglo VI, se utiliza parcialmente para la construcción de una iglesia cristiana, dedicada posiblemente a San Acisclo, y con el tiempo va surgiendo en torno a ella un cementerio, a su vez queda rodeado por un barrio residencial de la Córdoba califal. Todo ello acabo por esconder el palacio y dejarlo en el olvido hasta que en 1921 el historiador Joaquín María Navascués, encuentra el criptopórtico y uno de los edificios contiguos, y posteriormente en 1955, Samuel de los Santos Gener, continua con los descubrimientos en la zona de los antiguos depósitos de CAMPSA y en el barrio de Colonia de la Paz.

Cuando se proyecta la nueva estación de tren, la existencia de restos arqueológicos en la zona no era información desconocida. Pero no se consideró con la importancia oportuna, pues con el comienzo de los trabajos para la nueva estación en el año 1991, las evidencias de un complejo tan monumental y único salieron a la luz y paralizaron el proyecto, sólo temporalmente. La urgencia en la construcción, por evidentes intereses potenciados por la exposición universal Sevilla´92, llevó al mayor descalabro patrimonial de Córdoba. Aproximadamente dos tercios del yacimiento fueron destruidos, o tapados por “un mar de vías”, e incluso trasladados de ubicación, a pesar de la firme oposición de arqueólogos e historiadores, que proponían una nueva ubicación para la estación. Actualmente el yacimiento se presenta como una superposición de la ciudad moderna, sobre la ciudad antigua.

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