Fachada del oratorio, Mezquita de Córdoba. Abd al Rahman III.
Al visitante más observador de la Mezquita de Córdoba, no se le escapa al entrar en la sala de oración, cierta inclinación en las arcadas. Ésta es mucho más patente al observar las columnas, especialmente las más próximas a la fachada de la sala de oración, en las naves correspondientes a la Mezquita fundacional de Abd al Rahmán I.
Agravada por un terremoto en el año 880, la sostenibilidad de la estructura se ve amenazada por la primera ampliación hacia el Sur. Los ocho tramos que Abd al Rahmán II añade en la sala de oración suponen un empuje hacia el Norte de toda la estructura. De este modo, para evitar el posible colapso, el primer califa de Córdoba ordena la construcción de un muro de refuerzo para la fachada del oratorio.
Éste se hará anexo al primitivo, de modo que los once arcos originales quedan duplicados, respetando su misma estructura. Así encontraríamos un arco central algo mayor, y dos algo más estrechos en ambos extremos. También se duplican los pilares que soportan los arcos, con planta en forma de T, y en los que encontramos columnas empotradas en cada lateral. Una corta bóveda de cañón acaba por unir los dos primeros arcos de cada galería, el de nueva fábrica y el añadido por Abd al Rahmán III. Así, la fachada del oratorio queda soportada por un muro duplicado, con once arcos de herradura sobre columnas de mármol rosado.
Estos once arcos, que originalmente estaban todos abiertos, se van cegando a lo largo del tiempo. Por motivos de seguridad para el templo y debido a las inclemencias meteorológicas, algunos se van cerrando desde época muy temprana. Posteriormente, entre 1597 y 1627, la construcción de las capillas interiores acaban de cerrar el muro Norte, separando la sala de oración y el Patio de los Naranjos. Estas capillas del muro Norte también serán construidas en la ampliación realizada posteriormente por Almanzor.
Pero a diferencia de estas últimas, que también ocupan el primer intercolumnio, las sitas en la mezquita fundacional sólo ocupan el espacio entre ambos muros, el realizado por Abd al Rahmán I y el realizado por Abd al Rahmán III. De este modo, son las más pequeñas de toda la catedral, a excepción por supuesto de la Capilla del Cautivo, o de la uña. Es precisamente el cerramiento de este muro Norte, lo que hace que la catedral de Córdoba no sea la más grande de España. Con su construcción, el Patio de los Naranjos queda desacralizado, considerándose “Catedral” sólo la sala de oración de la antigua Mezquita.
En 1916, el arqueólogo Ricardo Velázquez Bosco, elimina el revocado exterior que cubría la fachada del oratorio. Hoy son apreciables los sillares que componen su aparejo, salvo en la Puerta de las Palmas, decorado con el pabellón realizado en 1533 por Hernán Ruiz I.
En el lateral izquierdo de éste acceso principal, también conocido como Arco de Bendiciones, encontramos una inscripción en mármol. Ésta nos refiere a la orden de edificación de este muro de la Mezquita por parte de Abd al Rahmán III, para fortalecerlo, y como esta obra sería terminada en el año 346 de la hégira, es decir, 958 d.c.
Los pilares de la fachada aún conservan la sencilla decoración en forma de recuadros rectangulares. Mientras que algunos han sido recompuestos, otros se han perdido. Por encima, una moldura de listel remata la fachada, y sobre ella se sostienen un alero de modillones de siete rollos. Algunos, al igual que el resto de la fachada, se han visto alterados por diferentes intervenciones, pero aún se mantienen algunos de los originales. Éstos son fácilmente reconocibles por su estructura doble, con un eje central decorado con motivos geométricos y vegetales (arco séptimo, octavo y noveno). Los modillones lisos son resultado de la restauración del siglo XVII. También se puede observar en algunas partes la decoración original con motivos geométricos rojos y blancos, que perduran en los espacios entre los modillones.
Por último, la fachada del oratorio queda coronada por un pretil que oculta ligeramente la visión del tejado. Este se realiza en el siglo XVIII, momento en que se eleva el nivel de las cubiertas
.En el sector occidental, cuatro arcos quedan cerrados por celosías de madera realizadas por Rafael de la Hoz, que se instalan entre 1972 y 1974. El artista se inspira en otras celosías que podemos encontrar en ambos laterales de la Puerta de San Ildefonso, ultima fachada del muro occidental, junto a la puerta del antiguo Sabat.
La retirada de una de estas celosías para facilitar el acceso de las cofradías de Semana Santa, ha sido objeto de polémica tras la denuncia del hijo del artista. Argumentó el también arquitecto, la ausencia de ningún informe precedente, el daño moral al artista y la necesaria destrucción de la obra para su eliminación. De hecho la resolución del TSJA resolvió en 2020, en principio obliga a su reposición, fallo que podría recurrirse ante el Tribunal Supremo.
Como curiosidad podemos añadir que en uno de los cimacios del arco más cercano a la puerta de Santa Catalina, el hermano de Julio Romero, el también pintor Enrique Romero de Torres, nos dejó constar su acceso como niño del coro de la Catedral el 22 de Enero, de un año difícil de precisar.
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Texto; Nacho Calero. A medina Córdoba
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