Amedina

Abd al-Rahman II. Omeyas

El hijo predilecto de Al-Hakam, sube al trono con algo más de treinta años. Sabía bien lo que era la responsabilidad, asumiendo importantes cargos durante el mandato de su padre. Más afortunado que su antecesor y con mejor carácter.

El hijo predilecto de Al-Hakam, sube al trono con algo más de treinta años. Sabía bien lo que era la responsabilidad, asumiendo importantes cargos durante el mandato de su padre. Más afortunado que su antecesor y con mejor carácter.

Según cuentan las crónicas, su tez era muy morena y sus ojos de un negro profundo. Tenía nariz aguileña, y era alto y corpulento. Seguramente su presencia inquietaba y a la vez su ausencia pesaba. Tuvo que soportar rebeliones, aunque nada comparable con las que azotaron sus territorios durante el mandato de su padre. Más astuto y afortunado, analizaba las situaciones conflictivas dando soluciones inteligentes.

Mérida era una ciudad compuesta en su mayoría por muladíes y mozárabes. Este hecho permitía un diálogo fluido con los cercanos reinos cristianos. Se cree que el monarca Alfonso II, en sus últimos años de reinado, alentara con las protestas de esta ciudad, hacia el poder central. El emir tuvo que sitiar en varias ocasiones la ciudad, y para quitarle poder a los cristianos, organizaba aceifas contra Álava y las tierras de los Castillos.

Alfonso II y sus tropas sufrieron derrotas y mantuvieron un pulso por pedazos de tierra sin dueño. Mientras, Abd al Rahman II emprendía ataques contra Galicia y llegaron hasta Coimbra. Las expediciones musulmanas tuvieron grandes éxitos contra los objetivos habituales. En la primera mitad del siglo IX, al norte del río Ebro, en el futuro reino de Navarra, los vascones se iban perfilando como una pequeña monarquía.

De fuera llegó un gran enemigo que puso en jaque a Al-Andalus. Ochenta barcos normandos echaban el ancla en sus costas a la altura de Cádiz, remontando el Guadalquivir llegaron hasta Coria del Rio, y masacraron y saquearon todo a su paso. Tres días más tarde. Sevilla ya avistaba las velas negras de sus barcos. Su gobernador huye a la cercana Carmona, y la población sin murallas ni plan estratégico, elige evacuar a los que consigan escapar. Siete días terribles de saqueos y terror.

Finalmente los generales de Abd Al-Rahman II, con infantería y caballería, se hacen fuertes en Aljarafe, desde donde se domina la población. El once de noviembre de 844 tuvo lugar la batalla definitiva, donde hoy se encuentra el aeropuerto internacional. Las tropas omeyas aplastaron a las normandas. Numerosos muertos y rehenes fue el resultado para los invasores. La huida fue tan estrepitosa, que algunos quedaron atrás. Sin posibilidad de escapar optaron por quedarse, y se convirtieron al islam. De esta forma ocuparon las tierras del bajo Guadalquivir, cuidando ganado y destacando en la fabricación de queso.  Este último alimento acabó siendo muy apreciado en los zocos de todo Al-Andalus.

Abd Al-Rahman II, era un hombre dotado de una gran inteligencia, por eso supo aceptar el punto débil del territorio que dominaba. Es a partir de las incursiones de los normandos, cuando se provee de una infraestructura marítima acorde al nivel de la importancia de su territorio. Se dotó de un sistema de vigilancia portuaria, y de una flota marítima de guerra. Así, construyó zonas portuarias y astilleros para defender las costas de Al-Andalus.

La convivencia de las tres religiones en el mismo territorio daba lugar a episodios de conflictos y enfrentamientos. Es sin duda bajo el mandato del cuarto emir, cuando acontece uno de los episodios más turbulentos con la aparición de los mártires voluntarios. La comunidad mozárabe, vivía cómodamente, adaptada e influenciada por la comunidad musulmana. Algunos incluso ocupaban cargos importantes dentro de la administración del Estado.

Un sector más radical de la jerarquía eclesiástica, no veía con buenos ojos este hecho. Bajo la legitimidad y el derecho del radicalismo, se inician una serie de episodios que desembocan en una casi locura colectiva. El clérigo Eulogio y el burgués Álvaro, son sin duda los personajes más representativos de estos episodios encabezados por fanáticos. Hará falta un concilio en el 852, para moderar la exaltación mística, que desencadenaba en episodios de provocación, que buscaban el castigo y por consiguiente la aparición de un nuevo mártir.

Abd Al-Rahman II, siempre acudió a la razón, al entendimiento y a la coherencia. Organizó el Estado basado en sólidos fundamentos. Convierte Al-Andalus  en un verdadero estado independiente, que establece alianzas en nombre propio con Bizancio. Enriqueció el país, acuñó moneda, instaló fábricas de suntuosas telas. Se comienza a definir Córdoba como capital de cultura y ciencia, y empieza su esplendor.

Este crecimiento en la relevancia de la ciudad de Córdoba, se refleja en su Templo. La primera expansión de la Mezquita de Córdoba es la llamada ampliación de Abd al Rahman II.

ABD AL-RAHMAN II: UNA LUZ PROPIA

Zyriab. Corte Abd al Rahman IIA veces ocurre un milagro entre las relaciones del Estado y sus dignatarios. El uno se convierte en el reflejo del otro. Lo que hasta ese momento se gestaba como un ente político y administrativo independiente, es a partir de Abd Al-Rahman II un modelo a seguir. Es en este momento que debemos hablar de personajes que contribuyeron a engrandecer el esplendor omeya, no sólo en la política o en el ejército añadiendo territorio, sino en la cultura y en la ciencia. Sabemos que un Estado es sólido cuando destaca en dichas disciplinas, cuando las batallas defienden lo que surge del saber de su territorio.

Desde Bagdad llegó un músico a la corte. En realidad llegó en los últimos años de mandato de su padre, Al Hakam I. Ziryab era predilecto del califa Harun al-Rashid, aquel que se hiciera famoso gracias a las mil y una noche. Ziryab, era sobre todo músico, y tan notable, que tuvo que huir por superar con creces a su maestro. Los celos le daban un billete de solo ida. Sus pasos y su destino les llevaron hasta Córdoba. Tenía aproximadamente la misma edad que el emir, y compartían la misma devoción por los libros, la música y el amor. De exquisitos modales y refinado gusto, se convirtió en modelo de elegancia, instaurando un estricto protocolo en la sociedad andalusí.

Ziryad no trajo sólo las melodías que componía en sus sueños, también trajo el ajedrez, y las más selectas recetas de la cocina de Bagdad. Enseñó a la corte que los vasos de cristal eran más apropiados para el vino que las pesadas copas de oro. El orden que debía seguirse al servir los platos: sopas, pescados y carnes, para concluir con los postres y las copas de licor. Abrió un instituto de belleza. Acordó que de mayo a septiembre la vestimenta debía ser de blanco, mientras en los meses de invierno convenían los tejidos oscuros y las pieles. Aconsejaba que los niños no jugaran con fuego para evitar que se orinaran en la cama. Tampoco pensaba que fuera conveniente que se rompiera un espejo, pero sí evitar el número trece…

Abd Al-Rahman II se rodeó de poetas, músicos, filósofos, astrólogos. Se conocieron en Al-Andalus los gusanos de seda y el papel. Un inventor destacó en la corte, Abbas Ibn Firnas. Dotado de una gran fortaleza física, por lo que le llamaron el hijo del león, descubrió la fórmula para la fabricación del cristal. Era prestidigitador, geómetra y fue un precursor de la aviación. Se lanzó desde un risco de la Serranía de Córdoba vestido con un traje aerodinámico, aleteó durante unos segundos y de milagro no se rompió el cuello. Leonardo Da Vinci, siglos más tarde estudiaría sus dibujos.

La poesía era el bálsamo del alma y las palabras de Yahya el-Gazal, apodado así por su belleza, destacaron entre los grandes.

El reino de Abd Al-Rahman II puede considerarse glorioso. Durante treinta años Al-Andalus prosperó y se instaló una relativa tranquilidad. Fue un gran constructor. Levantó las murallas de Sevilla, la ciudad de Mérida y modificó el Alcázar cordobés. Su aportación en la Mezquita aljama de Córdoba se convertirá en la primera ampliación del edificio.

Continúa… Muhammad I y Al Mundir

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Texto: Mar Carmona Balboa. Amedina Córdoba

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