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Ziryab: El músico, poeta y artista cordobés

Ziryab, nace en Mosul (Irak) en el año 789, en el seno de una familia bien situada en la sociedad iraquí. Muere en Córdoba en el año 857 Aunque era poeta, músico y artista, su carisma hace que su influencia se deje notar en otros campos como la gastronomía, la astronomía, la geografía,  las costumbres, y la moda, y que su legado haya llegado hasta nuestros días.

Abu l-Hasan Ali ibn Nafi`, más conocido como Ziryab, nace en Mosul (Irak) en el año 789, en el seno de una familia bien situada en la sociedad iraquí. Muere en Córdoba en el año 857 Aunque era poeta, músico y artista, su carisma hace que su influencia se deje notar en otros campos como la gastronomía, la astronomía, la geografía,  las costumbres, y la moda, y que su legado haya llegado hasta nuestros días.

Su talento como músico le hizo destacar desde joven, ganándose el respeto en la corte abasida de Bagdag tras impresionar al califa Harum al-Rasid. Pero este don también despierta los recelos de su maestro Ishaq al-Mawsili, quien le obliga a abandonar Bagdag pues atisba en Ziryab una fuerte amenaza a su propio status.

Durante un tiempo residirá en Kairuán, en la corte de la capital del emirato aglabí de Ifriquiya (Túnez). La mala sintonía con el emir  Ziyadat Alá y la invitación del emir de Al Ándalus Al-Hakam I a que se traslade a Córdoba, empujan la llegada de Ziryab a la península ibérica. Sin embargo, a su llegada, la ciudad de Córdoba tiene un nuevo emir. Abd al-Rahman II sucede a su padre, y para fortuna del músico, aunque el nuevo mandatario  mantiene el carácter belicista y la política represiva de su predecesor, es al mismo tiempo amante de las ciencias y las artes. Bajo el amparo de este cuarto emir cordobés Ziryab hará llegar todas sus ideas a una sociedad receptiva de nuevas influencias y conocimientos. Sin duda Abd al-Rahman II, y Ziryab son grandes artífices del germen de la cultura andalusí.

Su llegada a Córdoba transformó en buena medida las costumbres de la corte Omeya y de la sociedad cordobesa, irradiando su influencia por todo Al-Ándalus. No sólo modifica la forma de vestir y el modo de servir las comidas, sino que introduce un nuevo concepto de higiene y belleza corporal.

Para ello abre el primer centro de belleza donde hombres y mujeres acuden para cambiar su peinado, acorde a las tendencias que él mismo crea. Mientras las mujeres lucen flequillo, dejando tanto la frente como la nuca descubierta, los hombres se peinan con raya en medio, con el cabello de una longitud determinada y algo rizado. Además de traer nuevos perfumes y fragancias para la corte andalusí, Ziryab enseña el uso de pastas dentífricas y gomas aromáticas de mascar.

En su continua inquietud de traer nuevas ideas e inventos, a menudo desde oriente, Ziryab modifica la manera de entretenerse de la sociedad. Introduce un juego de origen persa e indio, que por su carácter estratégico pronto se asimila por la nobleza y la milicia. Hoy  a este juego le llamamos ajedrez. Otros juegos de tablas y dados, también traídos de oriente medio, como el “alquerque” (las damas), o el “Lardo” (backgammon), estaban más extendidos por la población de Al-Ándalus

.Ziryab

Ziryab era un personaje extravagante que llamaba la atención cuando andaba por las calles de Córdoba. Su vistoso y colorido atuendo, era complementado con plumas, ajuares y perfumes, que le convertirán en el centro de todas las miradas. Rodeaba su figura de un novedoso protocolo que acabaron por asentarse en la sociedad andalusí. Gracias sobre todo al interés de Abd al-Rahman II que sigue con ánimo las ideas del artista, y que no duda en implantarlas en la corte Omeya siempre dada a la ostentación.

A Ziryab le debemos también el calendario de la moda, pues él fue quien extendió el uso de distintos atuendos y colores conforme a las estaciones, el blanco para el verano, colores más oscuros en invierno, y ropajes coloridos en primavera. El mismo emir adoptará este proceder luciendo distintos modelos en función de las pautas que dicta Ziryab, y aprovechando las fructuosas relaciones comerciales de Al-Ándalus que la abastecen de hermosos materiales como la seda, los perfumes los tintes. Pero estas vías comerciales también permitirán el descubrimiento de nuevos conocimientos y la llegada de grandes sabios y artista que convertirán a Córdoba en la luz de occidente.

El protocolo que envolvía a la sociedad andalusí también se vería afectado por las ideas de Ziryab. La corte Omeya, tan dada a la presunción, es un continuo juego de sentidos que se materializan en los encuentros  de palacio, en los que Ziryab tenía un lugar destacado. Conseguirá crear un ambiente único en estas celebraciones dando un papel destacados a los sentidos.

Mientras los comensales se deleitan con nuevos sabores, los olores del propio banquete, de las especias, de los perfumes, esencias e inciensos se dispersan por la sala. El propio Ziryab deleitará el oído de los presentes con su instrumento.  El artista hizo llamar a poetas de Bagdad para que le acompañaran mientras tañe el laúd. Se trata de un encuentro entre música y poesía sin precedentes y germen de mucha de nuestra música tradicional. Al mismo tiempo la vista se distrae con bailarines y artistas que además lucen llamativos tejidos de brillos y colores peculiares. El más sensible de los sentidos también participa de este juego, pues muchos de estos tejidos y saberes nos llegan por la ruta de la seda.

La fabricación del vidrio fue un secreto que desde Siria e India trae Ibn Firnás, célebre ingeniero al que también le debemos el primer vuelo de la historia. Pero será Ziryab quien implante su uso, comenzando por estos banquetes de palacio. Podría así verse el contenido de las copas y vasos, evitando de este modo el sabor metálico y de los materiales usados hasta entonces.

También se atribuye a Ziryab el orden en la disposición de los platos, pues suya fue la iniciativa de servir en primer lugar las sopas y ensaladas, seguido de los platos más fuertes como son las carnes y pescados. Los dulces y postres que facilitan la digestión ocuparan el último lugar.

Pero ante todo Ziryab era músico y poeta. Y en este mundo de las artes, la influencia de Ziryab es incluso mayor si cabe que en otros campos. Su armónica voz, y su tez oscura le ganan el sobrenombre de Ziryab (mirlo negro en persa). Se cuenta que conocía de memoria más de mil canciones, que ejecutaba con su instrumento. Y por supuesto en su viaje y aventura el laúd fue su fiel compañero. Desde su llegada a la capital Omeya el rasgueo de cuerdas no ha cesado, y hoy Córdoba es la cuna de algunos de los mejores guitarristas y guitarreros del mundo. Este instrumento tiene una historia tan antigua que es de origen incierto, pero sabemos que ya estaba presente en Mesopotamia hace más de 4000 años, aunque con evidentes diferencias con el instrumento actual.

A este instrumento de cuerda pulsada, precedente de nuestra guitarra española, Ziryab le agrega la quinta cuerda, y sustituye el plectro de madera con el que se pulsan las cuerdas, por otro hecho de pluma de águila, del pico o la uña, precursor de la púa actual.

A Ziryab también le debemos la fundación del primer “conservatorio” de música y canto, donde eran bienvenidos estudiantes de cualquier clase social, con la única condición de tener una voz apropiada y predisposición a este arte. De su escuela salían nuevos músicos y cantantes, que serían muy valorados y reclamados, y que acabarían en la corte de otros mandatarios, deseosos de emular la corte Omeya.

En Córdoba encontramos varios recuerdos al papel desempeñado por Ziryab en la sociedad andalusí. Actualmente uno de los conservatorios de música de la ciudad lleva su nombre, además de un coro vocal, así como una calle y una plaza.

No podía ser menos que un grande del flamenco, Paco de Lucia, también lo recuerde y homenajee gracias a uno de sus discos más conocidos, Ziryab, el nombre de uno de los mayores músicos y artista que nos ha dado la historia.

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Texto: Nacho Calero. Amedina Córdoba.

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