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Puerta de San Sebastián o de los Visires

PUERTA DE SAN SEBASTIAN O DE LOS VISIRES

Encontramos la Puerta de San Sebastián en el muro occidental, entre la Puerta de los Deanes y la Puerta de San Miguel.  En el centro de la sala de oración, se abre la también conocida como  Bab al-Wazara, o Puerta de los Visires. Este nombre es compartido a partir del siglo XVI con el de San Sebastián, por encontrarse en frente del edificio que en ese momento se construyó como Hospital.

Esta puerta no sólo es la más antigua de la Mezquita, es la más antigua de las fachadas hispanomusulmanas que ha llegado hasta nuestros días, su orden y disposición, servirá de modelo y referencia para todas las demás puertas del edificio, convirtiéndose en código genético de los lugares de acceso a la Mezquita aljama de Córdoba.

Esta puerta daba acceso directo desde la calle al oratorio de Abd al-Rahman I. Resulta fundamental el hecho de encontrarse en ella la primera inscripción árabe histórica del edificio.  En primer lugar alude a las obras de restauración realizadas en la misma durante el mandato del emir Muhammad I en el 855-856. En segundo lugar, nos permite fechar su construcción en el siglo VIII, y su primera restauración en el siglo IX por el emir antes citado.

Su programa de reformas se extiende hasta fechas muy recientes. En el siglo XVI Hernán Ruiz I, recalzó  los laterales de la puerta con caliza de tonalidad rojiza y fácilmente identificable;  En 1620, Martín Ruiz Ordoñez repone las dos jambas de la puerta, siendo sustituidas por sillares de caliza en 1895 por Mateo Inurria. Finalmente, y ya en el siglo XX restauradores y arquitectos, entre ellos Ricardo Velázquez Bosco, que en 1891 liberó del enlucido y de la cal con que estaba pintada, realizan trabajos que matizan su aspecto original.

Su organización es tripartita con desarrollo vertical, cuyos vínculos de filiación se extienden a  un origen Omeya oriental. La puerta de San Sebastián tiene dintel adovelado bajo un arco ciego de herradura. Sus dovelas alternan la piedra, con decoración de temas vegetales, tallos hendidos, curvados y hojas de  múltiples lóbulos; y el ladrillo. En este arco, trasdosado por una cenefa de análoga forma al alfiz y por encima de ella, hallamos una zona lisa, sobre la que descansan los tres arquillos de herradura ciegos. Remata esta parte central un alero sujetado por nueve modillones de rollo. Para no romper el ritmo del friso almenado del muro, la composición se corona con almenas escalonadas, que aportan un efecto armonioso que bebe de las fuentes estéticas de Siria.

Mientras la zona más baja de las partes laterales tienen entre sí análogo esquema decorativo, en la parte alta, encontramos ventanas rectangulares cerradas por celosías de mármol blanco, de traza clásica y con diseño diferente. Cada una de estas ventanas se encuentra al mismo nivel de la arquería ciega del tramo central.

Por otro lado, vista esta puerta desde el interior, sorprende su simplicidad. Un arco de herradura con dovelas de ladrillo y piedra con tímpano a soga y tizón, repite el exterior pero con mayor pobreza en su decoración.

Esta fachada y concretamente esta puerta, nos da acceso a través de influencias orientales, a un sendero que desarrollará un arte más maduro y propio. De hecho, su regularidad es perfecta, y constituye una pieza esencial para comprender y estudiar el Arco de Herradura Califal, que sin lugar a dudas encuentra aquí su nacimiento.

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Texto: Mar Carmona Balboa

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