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Capilla de la Concepción

Capilla Nuestra Señora de la Concepción

El proceso más importante para la cristianización de la original Mezquita Aljama tras la dedicación celebrada el 29 de junio de 1236, día de la festividad de San Pedro y San Pablo, es la construcción de capillas que ocuparán la última galería de cada uno de los cuatro muros perimetrales del templo. En el siglo XIII comienza la construcción de las capillas del muro Oeste, y se cierran los arcos del muro Norte. El espacio abierto del patio queda desacralizado y separado de la sala de oración salvo por la existencia de cinco puertas.

Primero progresivamente la construcción de capillas se irá extendiendo hacia el muro sur, este y Norte. Finalmente en el siglo XVII, las capillas del muro Norte acaban de cerrar la sala de oración. Se impide así la entrada al templo por los arcos, tanto de los fieles, como de la luz natural que irradia el patio de los Naranjos.

La actual capilla de Nuestra Señora de la Concepción bien pudo ser la primera capilla construida, ya a partir de 1236. En su primer momento fue destinada a ser el baptisterio de la Catedral, y esa fue su función hasta 1679. De esta capilla original aún se conserva la celosía mudéjar de yeso con puerta a la contigua capilla de San Antón.

De hecho la capilla actual de Nuestra Señora de la Concepción es ejemplo perfecto de la evolución del Templo. Muchas de las capillas originales se han perdido, transformado o reconvertido. Son lugares sacros adquiridos por personas o familias ilustres de la ciudad, que desde ese momento son responsables de su conservación y mantenimiento. El poder y riqueza de muchas familias y personas no perduran a lo largo de las generaciones, reflejándose en el descuido de las capillas adquiridas por sus predecesores. Ante el derecho de propiedad de las capillas predomina la obligación de conservarlo. Es así que muchas de las capillas cambian de titular y de advocación, reflejándose en el cambio transformación o desaparición de dichos  oratorios.

Distintos nobles, aristócratas o clérigos adquieren los sagrados enclaves para su eterno descanso y sepultura, y de sus familias. Para ello los mejores artistas europeos contribuyen con su trabajo en la realización de los altares y retablos que ennoblecerán tales lugares sacros, concediendo a la Mezquita-Catedral contribuciones artísticas de gran valor y de los distintos momentos históricos, permitiendo encontrar en el templo muestras de cada estilo artístico desde el Medievo hasta la actualidad. Pocos edificios pueden presumir de tal despliegue artístico, y riqueza patrimonial y cultural como la Mezquita-Catedral de Córdoba.

Así pues el original baptisterio será reconvertido en la capilla que hoy nos ocupa. Inaugurada  en 1682 por el obispo Fray Alonso de Medina y Salizanes en función de mausoleo episcopal, será una de las mayores capillas que actualmente encontramos en la Mezquita, ya que ocupa tres intercolumnios de la última galería, uno de ellos dedicado a la sacristía de la capilla, y otros dos de la galería precedente, a modo de antecapilla. Queda cubierto este espacio que precede a la capilla por una hermosa cúpula en la que una inscripción nos recuerda la fecha de su conclusión  y el nombre de este obispo. El domo está precedido por un gran arco en piedra decorado con puntas de diamante, que hizo necesario eliminar dos arcos y una columna de la Mezquita fundacional de Abd- al- Rahman I.

Los frescos que lo decoran son obra de juan de Alfaro, quien representa una gloria presidida por el espíritu santo, alrededor del cual se emplazan ángeles que portan símbolos marianos y una cartela con el nombre de «Maria”. Los cuatros evangelistas se representan en las cuatro pechinas que soportan la bóveda. Los paramentos permiten la entrada de luz gracias a tres óculos en cada uno de ellos, que acompañan las figuras de San Francisco de Asís y San Antonio de Padua.

En la antecapilla descansan hoy los restos de tres obispos. D. Juan Alfonso de Alburquerque (1874), D. José P. Pozuelo y Herrero (1913) y Don Manuel Fernández-Conde (1970). También alberga la lápida en mármol azul de tres arcedianos, más próxima a la entrada a la capilla.  Medina Requejo (1734), Medina y Ayuda (1746), y Medina y Corella (1804).

A la izquierda de la capilla una pila de agua bendita ocupa la gran hornacina, sobre la que encontramos una gran pintura al óleo obra de Antonio del Castillo que representa a San Acisclo. Dicha pintura la realiza en competencia con Cristóbal Vela para decidir quien sería el artista encargado de las pinturas del retablo mayor del crucero catedralicio. Aunque en principio será Cristóbal Vela quién las realice, sus cinco pinturas serán remplazadas por las actuales de Acisclo Antonio Palomino en 1713.

La capilla se presenta con un gran pórtico de piedra roja. A menudo se define como mármol rojo de Cabra, pero que en realidad se trata de piedra caliza de fácil pulido. La abundante presencia de restos fósiles nos indica que realmente no es mármol. La piedra egabrense conforma un gran arco de medio punto, culminado con una imagen en piedra de la Concepción coronada y cerrada por una reja radial que cubre el arco y forma la puerta.

El cerramiento de la capilla Nuestra Señora de la Concepción es obra hecha en Córdoba por Pedro de León que en 1682 firma su obra en el cerrojo. Otra gran cúpula de media naranja cubre la capilla.  El retablo de Melchor de Aguirre, también se realiza en piedra roja  (1680) alberga las figuras de la purísima concepción, San José, y Santa Ana obras del escultor Pedro de  Mena realizadas también en 1680. El sagrario sin embargo es posterior, de 1969 realizado por Rafael García Rueda.

Mientras tanto en los laterales de la capilla encontramos sendas hornacinas adinteladas. En ellas, las figuras orantes del obispo fundador, fray Alonso de Medina y Salizanes, y de San Ildefonso, arzobispo de Toledo. San Juan Evangelista y San Andrés se representan en las cenefas. Otro obispo de Córdoba, Don Adolfo Pérez Muñoz , encuentra aquí sepultura (1945). Su lápida, con su busto de perfil, es obra del gran artista valenciano afincado en Córdoba,  Amadeo Ruiz Olmos.

Si está pensando visitar la Mezquita de Córdoba, o si quiere una experiencia de Córdoba única, el equipo de Amedina Córdoba, estará siempre dispuesto. Consulte nuestras visitas guiadas a la Mezquita y tours en Córdoba, o si lo prefiere opte por un guía privado. Nos gusta Córdoba. Le gustará a usted. Texto: N.C.C.

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