La ciudad de Córdoba del siglo X, estaba inundada por el protocolo. Aspectos de la vida cotidiana, se convierten en un ritual que exalta los sentidos. El más claro ejemplo de ello son los baños árabes. En este entorno cobra tanta importancia, lo que sucedió y como sucedió, que los restos físicos que han perdurado más de mil años. El escenario de aquellos grandes días, es hoy un museo que nos adentra en la historia y costumbre andalusí heredada de las termas romanas y griegas. Los musulmanes le otorgan un carácter más espiritual, al tránsito entre las sala fría, templada y caliente, por la importancia de las abluciones en la sociedad islámica pero conservan su carácter social y lúdico.
La primera dependencia o sala fría, es lugar de renovación espiritual, primer contacto con el agua, donde además de las letrinas y pilas de agua, se recibirían los ajuares necesarios en los baños como calzado y toallas. Los baños no eran por inmersión en agua. Si en vapor. La sudoración y friega, el uso de aceites y esencias, serán parte del ritual.
Se continúa con la sala templada. Es éste ambiente el más preparado para evocar sensaciones. Decoración, luces, colores, aromas, e incluso música acompañan en la estancia donde se permanece más tiempo. Se procede en esta sala a la limpieza del cuerpo, y aplicación de aceites y ungüentos. El tercer recinto más reducido es la sala caliente, cercana a la caldera y con tuberías que caldean el ambiente, dispone de pilas de agua caliente. Todo un ritual destinado a una higiene corporal y una purificación espiritual, que discurre por distintos ambientes que canalizan y estructuran el ritual.
Reflejo de la relevancia de una ciudad, cientos de baños pudiéramos encontrar en la Córdoba medieval. Públicos y privados. Para hombres y para mujeres. Los públicos serían lugares por excelencia de encuentro y vida social. Lugar donde conversar y debatir la actualidad, complemento al ritual de limpieza.
Los baños califales eran de uso regio. Ubicados originalmente en el interior del alcázar califal, hoy se encuentran en el exterior del alcázar de los reyes cristianos, en la plaza de los santos mártires. La división del alcázar califal realizada por Fernando III, los deja fuera del recinto conservado para los reyes de Castilla pero mantienen su uso hasta el siglo XV. La obra original, califal, es del siglo X, construida por el segundo califa de Al-Ándalus Al-Hakam II. Perdura una parte de época taifa, del siglo XI y una última del periodo almohade, que data del siglo XII.
En 1328 el rey Alfonso XI manda construir unos baños de estilo mudéjar a alarifes musulmanes para su favorita, Leonor de Guzmán, en el alcázar cristiano. Sotierra los baños y construye una gran plaza de armas que se denominó “Campillo del Rey”. Así se olvida lo enterrado hasta 1691, que cimentando el convento anexo, afloran los restos de una bóveda.
En 1903 Ramírez de Arellano estudia los restos aparecidos durante los trabajos para dotar de jardín a la plaza de los Santos Mártires. Pero se cubrirán de nuevo, y sólo en 1961 cuando Félix Hernández y Rafael Castejón buscaban en la Rawda (cementerio califal Omeya), dan de nuevo con los restos de los baños califales. Se trabajará más profundamente en ellos y serán declarados Bien de Interés Cultural. Pero no será hasta 2006, tras los trabajos necesarios, que con la inauguración del museo se pongan realmente en valor y a disposición de los visitantes.
Actualmente la visita se desarrolla en tres ambientes distintos que muestran las distintas épocas y reformas que en ellas suceden. Un baño califal al Este, un salón de recepciones de época taifa y un baño de época Almohade al Oeste.
Impidiendo la visibilidad, los baños califales en su recorrido, sala fría, templada y caliente, van realizando un recodo. Se aprecia también el vestuario, y zonas de servicio como el horno y la leñera.
Un salón porticado une con el baño almohade. Recrea una zona ajardinada, frecuente como acceso a los baños, y nos recuerda el juego del agua que en forma de fuentes y canales aporta una sensación propia del oasis al que emulan. Levantado este pórtico durante la taifa de Sevilla en el siglo XI, sería el acceso a la sala de recepción.
El tercer ambiente lo compone el baño almohade, ultima ampliación que reutiliza algunos componentes anteriores,(salas, horno leñera) pero añade otros como un pequeño estanque para los pies.
Hoy encontramos en la ciudad dos establecimientos que nos lo ofertan. El hotel “Baños árabes de Córdoba”, y Hammam Al-Ándalus Córdoba. Dos opciones de atractivo tanto para cordobeses como visitantes.
Si quiere una experiencia de Córdoba única, el equipo de Amedina Córdoba, estará siempre dispuesto. Consulte nuestras visitas guiadas y tours, o si lo prefiere opte por un guía privado. Nos gusta Córdoba. Le gustará a usted.
Texto: Nacho Calero Amedina Córdoba
Horario y precio:
Del 16 de Septiembre al 15 de Junio:
De Martes a Viernes de 8:30 a 20:45 h. Sábado de 8:30 a 16:30 h. Domingo y festivos de 8:30 a 14:30 h.
Del 16 de Junio al 15 de Septiembre: De Martes a Sábado de 8:30 a 15:00 h. Domingo y festivos de 8:30 a 14:30 h.
Precios Adulto: 2.50 € Estudiante hasta 26 años: 1.25 €
De Martes a Viernes de 8:30 a 9:30 h., a excepción de los festivos, es gratuito.