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Altar de San Sebastián o Santísimo Cristo del Punto

El altar Santísimo Cristo del Punto fue en su tiempo uno de los lugares más concurridos de la Mezquita-Catedral, ligada a la capilla recaudos
Altar de San Sebastián o Santísimo Cristo del Punto

El altar del Santísimo Cristo del Punto fue en su tiempo uno de los lugares más concurridos de la Mezquita-Catedral. Íntimamente ligada a la sacristía de los recaudos que encontráramos junto al tesoro, comunicándose con este por la mal  llamada puerta «del chocolate». La única mención que encontramos que alude de esta manera a este enclave, es relativamente reciente cuando Félix Hernández denomina a esta última sala del tesoro como “cuarto de chocolate”.

De esta capilla, llamada de los recaudos desde el siglo XV,  aún se conservan dos bóvedas de nervios y un escudo del Obispo Íñigo Manríquez(1486-1496). Las bóvedas fechadas en 1520, una gótica y otra de lacería son obra de Hernán Ruiz I. El escudo episcopal lo encontramos sobre el arco califal que abre Almanzor en su ampliación hacia el este.

El nombre de esta Sacristía, “de los recaudos”, deriva del hecho de que aquí se “recaudaban” los ajuares, ornamentos, cálices y todo lo necesario para la realización de las misas diarias que se ofrecían en el Altar del Santísimo Cristo del Punto. Y el nombre tan peculiar de esta capilla y este Cristo, “del Punto”, hace referencia a las misas diarias rezadas, mucho más cortas que las cantadas que tenían lugar en el coro y las capellanías.

De ahí que en sus mejores tiempos se oficiaban hasta 25 misas diarias, desde el alba hasta a mediodía, contándose hasta 9000 misas al año, según nos cuenta Manuel Nieto Cumplido, archivero de la Catedral.

El origen de este altar se remonta a 20 de Diciembre de 1367, momento en que se concede al canónigo Juan Fernández de Jerez. El eclesiástico, tomaría el lugar para su sepultura, pero no podría cerrarla de manera alguna para no incomodar en la nave de la Iglesia-Catedral. Cuatro años antes el cabildo de la Catedral había decidido la construcción de un altar en advocación a San Sebastián, como protector ante la peste. Esta horrible pandemia ya se extendía por Castilla, y se pretendía la protección de la ciudad con esta ofrenda a San Sebastián. Este santo se convierte en uno de los más importantes protectores ante la peste.  Este centurión romano fue martirizado por no renegar a su fe cristiana, y su muerte violenta lo convierte en el siglo XV en objeto de estudio artístico de la anatomía masculina.

El retablo del Altar del Santísimo Cristo del Punto, o de San Sebastián es obra de Teodosio Sánchez de Rueda, realizado entre 1703 y 1709. Lo encontramos cubriendo uno de los pilares entre la ampliación de Al-hakam II, lado en el que realmente se encuentra y la de Almanzor. Realizado en madera tallada y dorada, se soporta sobre un banco en el que encontramos tres hornacinas. La central la ocupa la escultura anónima de San Sebastián. Mientras las laterales, algo menores, albergan las imágenes de San Blas y San Nicolás.

La imagen principal de San Sebastián Pudiera tratarse de la entregada por don Pedro Salazar y Góngora en 1735, antes de ser obispo. Sería una ofrenda para la procesiones en las que se trasladaba a Nuestra Señora de Villaviciosa.

El cuerpo central, de una sala calle, flanqueado por columnas salomónicas, está ideado para albergar la imagen de Cristo crucificado.  Dicha figura, de gran tamaño, nos parecería extremadamente ligera si pudiéramos tomarla. Está realizada con una técnica americana prehispánica. Estos métodos serán copiados por los colonos españoles a su llegada al nuevo continente, para poder cargar con su imaginería que por su escaso peso eran fácilmente trasportables para sus actos litúrgicos. El secreto de la ligereza está en los materiales con los que se realiza, cañaheja (una pasta de caña de maíz), lino y cáñamo. Esta escultura es otro de los legados dejados por el obispo Antonio M. de Pazos, principal promotor de la capilla del Sagrario.

El ático queda marcado por un registro circular donde albergar un lienzo. Los estípites laterales y la decoración en hojarasca por encima y por debajo solo hacen que encuadrar la pintura central. Se trata de un anónimo de la virgen  de la Piedad.

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Texto: Nacho Calero

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