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Puerta de las Palmas

Puerta de las palmas Mezquita de Córdoba

La Puerta de las Palmas es el arco más destacado de los diecinueve que conforman el muro Norte del antiguo haram (sala de oraciones), o de la actual Catedral de Córdoba. Continúa siendo el acceso principal al Templo. Ya lo fue cuando el edificio tuvo un uso musulmán, y lo sigue siendo actualmente, en su uso cristiano. Hoy en día, y desde el siglo XIX, es conocido como “Puerta de las Palmas”.

Durante el rito de coronación de los monarcas, el pendón real era aquí bendecido. Es por ello que este arco mayor también sigue siendo conocido como el “Arco de Bendiciones”. Igualmente algunas referencias hablan de las bendiciones a los pendones para las guerras contra los moros, y otras de las que daba el obispo en este lugar en el momento de su nombramiento.

Las puertas de acceso al interior de la Catedral fueron cinco: La de la nave del Sagrario, la de la nave de Nuestra Señora del Pilar, y las dos en ambos extremos que dan a las galerías del patio o claustro. Si es que podemos llamarle así, pues el patio nunca tuvo este uso funcional, ni tuvo las dependencias que se suelen encontrar en otros claustros medievales catedralicios.

puerta de las palmas

A partir del siglo XIX, comienza a conocerse como Puerta de las Palmas a este acceso. El arco mayor de la fachada norte será embellecido en 1533, por el ingenio de Hernán Ruiz I, quien lo reforma otorgándole un cuerpo superior plateresco con las imágenes de la Anunciación.  Cada personaje, María y el ángel, se presentan aislados en su propia hornacina, coronados por una venera. Una inscripción en la parte inferior, bajo dos figuras mitológicas esquinadas, reza:  

HOC SACRUM OPUS ANGELICAE SALUTATIONIS DIVAE MARIAE VIRGINI DICATUM FRATER JOANNES A TOLETO SCULPENDUM CURAVIT EPISCOPATUS SUI ANNO DECIMO NATIVITATIS VERO DOMINI NOSTRI MDXXXIII.  

Del siglo XIV son los arcos ciegos lobulados que flanquean el pórtico. En el más occidental encontramos una inscripción en mármol de 958. Alude a Abd al-Rahman III, y a su orden de reforzar e intervenir sobre los once arcos que en aquel momento formaban la fachada norte de la Mezquita Aljama. Dichos trabajos duplicaron el muro. De esta manera reforzaron la estructura que ya venía sufriendo el empuje hacia el patio. Como consecuencia de las dos ampliaciones hacia el sur realizadas por sus predecesores, la fachada norte amenazaba con ceder.

El empuje de las arquerías sobre el muro que cierra el patio pudo verse agravada por un terremoto sufrido en 880-881. En esta Puerta de las Palmas es fácilmente apreciable esta intervención que duplica el muro Norte. Se crea un espacio que antaño estuviera cubierto por una bóveda de cañón. Aunque se pierde ésta tras recuperar del artesonado que cubre la galería central, se aprecia el espacio creado entre ambos muros.

Será ornamentado por Juan Sequero de la Matilla. El maestro coloca las pilas de agua bendita y los marcos de yeso que antaño albergaran los lienzos de San Pedro y San Pablo. Perdidos hace tiempos ambos lienzos, ocuparon su lugar en 1987, tablas con los escudos de Juan Pablo II y monseñor Infantes Florido. Pero estas tampoco se conservan. Si que permanece a la derecha del arco, junto a una de las pilas, la inscripción del Chritus vincit de 1297, obra de Rodericus Remigii. En sus esquinas se exhibe el escudo de armas de la casa de los Córdoba.

El diseño de los canceles para la puerta de la naves del Sagrario y de Nuestra Señora del Pilar, como la la Puerta de las Palmas, en aquel momento Arco de Bendiciones, parecen corresponder a Tomás Jerónimo de Pedrajas. Es el mismo maestro responsable de las fuentes del patio, tanto de la fuente de Santa María (o del olivo) de 1741, como la llamada del Cinamomo (1726).

A ambos lados de la Puerta de las Palmas encontramos dos miliarios romanos, encontrados en 1533 cuando se trabajaba en la cimentación de la nueva Capilla Mayor. Ambos tienen dos diferentes inscripciones de muy diferentes momentos. Las primeras, resultado de su función original, fueron doradas posteriormente. Cuando ya perdieron ese color oro, se hacen las segundas inscripciones (1730) que hacen referencia a Nuestro Señor Jesucristo.

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Texto: Nacho Calero 

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